En 1928, uno de los directores de cine mudo más visionarios, Erich von Stroheim, pergeñó un film de 5 horas con Gloria Swanson de protagonista absoluta que debía suponer un hito en la historia del Cine. Y lo que se recuerda ahora de ella es uno de los más sonados fracasos, que acabó con la carrera del realizador y con el status de diva de la actriz.
La trama lo tenía todo: en la víspera de su boda con la reina loca Regina V de Kronberg, el príncipe Wolfram seduce a una chica que vive en un convento (Swanson). Cuando la pareja es descubierta por la reina, a él lo meten preso y ella termina en un burdel en África. Básicamente, lo que necesitaba Von Stroheim para redimir su reputación como un director tirano y despilfarrador, trabajando siempre fuera del sistema de estudios. Y, por supuesto, no lo fue.
Después de tres meses de rodaje, con sólo un tercio de la historia, Swanson y su amante, a la postre productor de la cinta, pararon la filmación, preocupados por el aumento del presupuesto y por el giro cada vez más turbio que la película estaba tomando.
No fue hasta mediados de la década de 1980 que «Queen Kelly» fue restaurada, con material de archivo perdido, tomas falsas y fotogramas del último acto de la película. Aunque incompleta, la película tiene elementos visuales sorprendentes que evidencian el genio del director. Von Stroheim y Swanson se reencontraron 20 años después, rodando ambos «El crepúsculo de los dioses», como una metacrítica al sistema de estudios de Hollywood.
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